La Real Academia FaceBook

De un tiempo acá (o mejor dicho desde hace varios años), estoy notando una dejadez total de parte de las personas a la hora de querer comunicar algo, especialmente en su forma escrita. Ya sea a través de las redes sociales, al recibir un correo electrónico o los mensajes de texto, veo un aumento en la dejadez de escribir, pero de escribir con calidad. Esta pésima situación de comunicar nuestros sentimientos a través de una deprimente calidad de transcripción no es nueva. Creo que sin hacer un análisis profundo o científico, todo esto comenzó con la llegada de los beeper (siglo XX), y luego con los mensajes de texto a los celulares a mediados del inicio del siglo XXI.

     Para finales de siglo pasado teníamos los ahora desaparecidos Buscapersonas (Beeper). La gente se contactaba utilizando esta cajita que cargaban en su mayoría en la cintura. Era la moda y había que estar a la moda. Inicialmente usted llamaba a un Centro de Servicio al Cliente donde un Representante de Servicio tomaba el mensaje para luego enviarlo a una o varias unidades de beeper. Para esa época aunque se acortaban los mensajes por motivo de espacio, el Representante intentaba hacerlo de forma profesional y en su mayoría utilizando abreviaturas reconocidas. Luego llegaron unos modelos más avanzados que permita que los mismos usuarios enviaran mensajes directamente a las unidades de otros usuarios y aquí comenzó el desbarajuste. Los usuarios comenzaron a enviar mensajes y por limitaciones de espacio abreviaban los mismos utilizando caracteres o abreviaturas regionales (por no decir inventadas). Para esta época ya existían los celulares y con el tiempo estos desplazaron a los beeper.

     A principios de la década del 2000, los celulares comenzaron a integrar la tecnología del SMS (Short Message Service), que en el buen castellano viene a traducirse como Servicio de Mensajes Cortos. Este servicio provoco la desaparición paulatina de los Buscapersonas. Los clientes de celulares tenían el control total de la mensajería. Podían crear e enviar mensajes 24/7. Aunque esta tecnología tiene mayor capacidad la gente enviaba mensajes acortando palabras. De esta forma creando nuevas abreviaturas que solo los usuarios de esta generación podían entender. Lo irónico del asunto es que este comportamiento se ha convertido en uno tan natural y de uso cotidiano que la gente no se ha dado cuenta que han envenenado nuestra lengua. Ya sea para escribir un correo electrónico, una carta, transcribir un manuscrito para un trabajo de la universidad, responder un mensaje de texto o escribir en sus propias cuentas en las redes sociales…todo lo abrevian. Y si no lo abrevian, intercalan letras incorrectas en lugar de las correctas. Ya sea por ignorancia o por costumbre. Si no me creen, desee un paseo virtual por las redes sociales y mire como la gente publica sus comentarios o comentan en otros perfiles. Le recomiendo que se tome una Xanax antes, pues algunos mensajes están tan y tan mal escritos, que podrá infartar.

     En conclusión, el daño puede corregirse. Comience por poner de su parte. Trate de transcribir con cuidado a la hora de publicar o comentar algo en una red social. No pierda el tiempo corrigiendo a los demás (solo va a lograr que se molesten con usted o lo bloquen), pero si usted tiene confianza con la persona que comente el error, déjeselo saber (no en el muro, envíele un mensaje privado).   No es que todo sea perfecto (hasta este trabajo puede tener algún error de transcripción), pero debe ser lo mínimo. De la misma forma que la ropa dice mucho por usted, la forma en que usted se exprese en una transcripción será el reflejo de su educación.

     D todoz modos, grasiaz a dios que existe la real akademia espanola.